miércoles, 2 de enero de 2013

Viaje a Tierra Santa (VII). El Mar Muerto


La crónica de hoy corresponde al 21 de noviembre de 2012.

Hoy dejamos Jerusalén. Es una ciudad que nos ha fascinado satisfactoriamente. En todas las facetas, nos ha sorprendido. Desde el contexto histórico que sin duda, se lo aporta el ser un referente de encrucijadas a su convivencia entre las diversas religiones y razas, con una simbiosis total que se ve en las calles.

La principal parte del día de hoy, lo destinamos a visitar otro de los lugares que uno no se puede ir sin visitar si se viene a Israel, que es el Mar Muerto. Aunque esta hermosa sensación también se puede realizar si uno visita Jordania, ya que dicho mar, se encuentra dividido entre los dos países, perteneciendo la costa oeste a Israel.


Entre Jerusalén y el Mar Muerto, se encuentra Cisjordania, que es donde se encuentran
las principales ciudades de la Autoridad Palestina, tales como Belén, Hebrón, Jericó, Nablús, etc.
Como vemos, el Mar Muerto es compartido entre Israel y Jordania.


Para ello, y viendo la relativa poca frecuencia de autobuses para allá, alquilamos un coche a través de la web www.ealquilerdecoches.com y nos decidimos por una compañía especializada en Israel, que es www.thrifty.co.il.

El servicio, que era únicamente de un día, costo unos 30 euros. No nos gustó para nada dicha compañía ya que a través de su formulario, solicitamos un coche con cambio manual, como se conduce en la gran mayoría de la España y cuando fuimos a recoger el coche, nos indicaron que sólo había coches con cambio automático y que tampoco era muy difícil conducir un coche de esos, nos dijo el encargado. Independientemente de su facilidad o no, uno no va a Israel a aprender un coche automático, sino a conocer el país. Así, que le dijimos que si habíamos hecho una reserva de cambio manual, queríamos uno de esos. Al final, tras una hora perdida, nos llevó a otra oficina y nos dieron una camioneta tipo Kangoo, que para dos personas y un día tal vez no era el coche más propicio, pero viendo lo que había, al final lo cogimos. Si alguna vez, van a otro país, les recomiendo que cojan una compañía tradicional, como Hertz, Avis, etc. que seguro que tienen una flota mayor.

Al final, éste era el único coche de tracción manual que tenía el concesionario.
La única ventaja era para transportar las maletas.

Tras hacer la pertinente revisión del coche, nos dirigimos hacia la carretera que va hacía el Mar Muerto, que es la 1 y posteriormente, la 90. Ver ruta enGoogle Maps.

Tras unos kilómetros de Jerusalén, el paisaje que pudimos ver era totalmente desértico. Una delicia disfrutar de toda esa maravilla de la naturaleza.


Hermosos paisajes semidesérticos nos acompañarían durante
nuestra travesía.




En una gasolinera, incluso se ofrecía dar un pequeño paseo en camello.

Cuando uno desea ir al Mar Muerto, la gran mayoría se decide por la localidad de Ein Gedi, que está como a dos horas de Jerusalén pero tampoco nos apetecía cansarnos mucho y más bien preferíamos algo tranquilo ya que nos habían contado que el lugar anterior, era una especie de Benidorm.

Hay que tener en cuenta también que en Israel, si uno desea ir al Mar Muerto, no es llegar a la costa, dejar el coche y bañarse. Solamente se puede hacer en unos lugares determinados, en el que están dotados de los principales servicios, tales como duchas, bares, aparcamientos, venta o alquiler de toallas, zapatillas, etc. O sea, para entendernos un poco, una imitación de cuando uno va a un parque acuático.

En el caso de Jerusalén, el lugar más cercano se llama Kalia y la entrada por persona era de 50 shekels (unos 10 euros) y se podía pagar con tarjeta.

Los complejos turísticos en el Mar Muerto están dotados de todas las
facilidades que uno desee.

Una vista de las instalaciones de Kalia Beach





Como recomendación cuando uno desee bañarse el Mar Muerto, hay que tener en cuenta las siguientes:

  • En el caso de los hombres, no afeitarse unos dos días antes al menos. La razón es que por la salinidad de dichas aguas, escocería bastante la piel de la cara.
  • En el lugar que fuimos, había duchas frías de agua dulce. Es interesante estar combinándola con los baños en el Mar Muerto ya que si se está mucho tiempo en éste, la salinidad hará que la piel empiece a picarnos.
  • Como indicaba los carteles de precaución en dicha playa, no se debe uno sumergir la cabeza.
  • Si a alguien le entra una gota de agua en el ojo, lo mejor no es frotárselo con las manos, sería peor, ya que en vez de tener una gota ahora, tendríamos todo el ojo mojado y hablamos de un agua con una salinidad del 25%.
  • Es ideal, combinar también el embadurnarse con el barro que hay dentro del mar y los baños. Estos barros tienen propiedades curativas y tras dárselo uno, la piel se le queda como la de un bebé.
  • Es interesante ir provisto de alimentos y bastante líquido. Aunque las instalaciones tengan bares, tal vez los precios sean abusivos y no encuentre uno algo que le apetezca, normalmente, comer.
  • Es recomendable ir con zapatillas de goma ya que gran parte del suelo dentro del agua, es de sal cristalina y por tanto, puede ser cortante.
  • Dependiendo de la época del año, tal vez el baño pueda ser más molesto, especialmente en los meses calurosos de julio y agosto, en el que la piel se puede resecar mucho. Nosotros, al ir en noviembre y aunque pillamos sol, ya no es con la intención del verano.

Al llegar a Khalia, no había mucha gente, quizás no más de 15 personas para una playa relativamente grande. En el precio, teniamos derecho a hamaca y sombrilla. Dicho establecimiento, tiene además, el record de tener el bar a la menor altitud del mundo, a-418 mts por debajo del nível del mar.

El bar a menor altura, sobre el nível del mar, a -418 mts.

Y bueno, pues siguiendo los consejos que día anteriormente y tras una previa ducha de agua fría, nos metimos en el Mar Muerto a ver la sensación que se sentía y en efecto, es una de esas cosas que uno lo ve en la televisión y le parece maravilloso y así es. Sin hacer ningún esfuerzo, que uno flote totalmente, genera una total placidez. Incluso, aunque uno haga fuerza para sumergirse, enseguida “tira” para arriba, como si fuera impulsado por un muelle.

Tras varios baños combinándolos con duchas frías de agua dulce, tocaba el ceremonial de embadurnarse un poco y estar con dicho barro unos minutos. Hay que tener en cuenta que el Mar Muerto es uno de los principales destinos curativos del mundo, por las muchas propiedades que nos ofrecen dichas aguas.

Aproximadamente, a media mañana, vino un gran grupo de turistas rusos, que tras los días que estuvimos en Jerusalén, eran el grupo mayoritario de visitantes. Como ya habíamos tenido varios baños, varias sesiones de barro, decidimos, que quizá ya era hora de irse.

Es muy importante combinar las duchas de agua dulces con las saladas

No hay que hacer esfuerzo por nadar.

Por ahogamiento, no creo que nunca haya atendido a nadie

Barro con propiedades muy curativas para la piel.




Una playa para todas las edades

Y tras llegar un gran grupo, ya era hora de retirarse.



Tras coger el coche (más bien camioneta) nuevamente, nos dirigiamos a Tel Aviv. Por el camino pudimos ver de lejos la famosa ciudad de Jericó, la ciudad que según cuenta la tradición, sus murallas cayeron tras sonar las trompetas. De esa ciudad histórica, queda poco y está bajo control palestino.

Que una ciudad esté bajo control palestino significa que si alguien ha alquilado un coche con matrícula israelí, el seguro de dicho alquiler, no se hace cargo de posibles daños que pudiera tener dicho automóvil y por tanto, no se debe entrar, al menos que uno quiera asumir un riesgo. La única compañía israelí, por lo que tengo noticias, que acepta que sus coches puedan entrar en territorio palestino es la compañia Green Peace. Al ver los precios, nos parecía excesivo y por lo que leímos en internet, sus alquileres se enfocan principalmente a personal diplomático o de misión de las Naciones Unidas. Un negocio perfecto.

Tanto la ida como la vuelta del Mar Muerto, pudimos ver preciosos paisajes, con una soledad total y que daba la sensación de estar en la luna. Es de esos momentos que uno se relaja totalmente.



Puesto de artesanía





Para ir a Tel Aviv, a la altura de la circunvalación que rodea la ciudad de Jerusalén, nos encontramos con los tipicos atascos que hay en este país por los controles militares. Correspondía ir mirando cada coche ya que entrabamos en territorio israelí y en el caso de los palestinos, sólo pueden entrar los que estén autorizados. Una vez pasado el control, volvieron a aparecer los muros que aislan algunas poblaciones palestinas.





A la derecha, otra vez volvían a aparecer los muros


Un gran muro separa algunas ciudades palestinas de territorio israelí

La entrada a Tel Aviv, nos costó bastante ya que aunque veíamos los rascacielos al fondo, en la carretera no se veía ningún cartel que indicara Tel Aviv sino sus barrios, y lo confundíamos con otras ciudades de los alrededores. También, destaca como cambiaba la vegetación en poco más de 30 kms. con respecto a la que vimos yendo al Mar Muerto.

Rumbo a Tel Aviv

Cambio de vegetación


Los rascacielos de Tel Aviv

Nos dirigimos al concesionario del rentacar para dejar el coche que habíamos alquilado, ya que durante nuestra estancia en Tel Aviv, no lo necesitaríamos.

Ya en mi siguiente y último post, hablaré de Tel Aviv y de mi viaje de vuelta.

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