La
primera parada, por lógica al llegar al Aeropuerto Internacional de Narita, era
la ciudad de Tokio. Dar a Tokio, el mismo rango de urbe que una una población
de digamos, medio millón de habitantes, tal vez suene a frivolidad por así
decirlo.
Tokio, más bien habría que considerarla una megaciudad o
megaurbe por los 9.000.000 de habitantes que viven en ella. Pero si tenemos en
cuenta todo su área metropolitana, alcanza los 36.000.000 de habitantes.
Tokio fue
devastado por un terremoto en 1923 y posteriormente por los bombardeos en la
Segunda Guerra Mundial, por tanto, si se quiere ver una ciudad histórica, nos
hemos equivocado. La ciudad que mejor representa esto es Kioto, de la que
hablaremos en otra entrada. El encanto de Tokio, radica sin duda alguna en ser
una urbe con un constante trajín de personas, de tendencias y de un frenesí que
hace que esté viva durante las 24 horas.
Lo de las 24 horas es muy en serio ya que la gran mayoría
de supermercados que se pueden ver allí, abren las 24 horas y es fácil ver
miles de ejecutivos utilizando el metro a horas como las nueve o las diez de la
noche, algo impensable en Europa.