Una de las cosas que más nos llamó la atención en la India,
fue que al salir de una estación de trenes, enseguida aparecían muchos
conductores (preferentemente de rickshaws) a ofrecer sus servicios aunque esto,
se podría extrapolar a cualquier lugar prácticamente. A la llegada a Jaipur, no
iba a ser menos.
Nuestro hotel se encontraba relativamente cerca de la
estación, no creo que caminando, más de 10 minutos, pero habíamos llegado sobre
las 21:00 horas y lo único que nos apetecía era llegar al hotel, así que en
este caso, a diferencia de un rickshaw, quien se nos ofreció fue un taxista que nos llevó por 50 rupias (unos 70 cts.)
El hotel donde nos hospedamos en Jaipur, fue un pequeño
paraíso. Muchas veces, y debido al bullicio de las calles, ritmo de vida y
pobreza que veíamos en las calles, los hoteles nos servían de refugio y de paz
interior por así decirlo. El nombre en este caso era el Umaud Bhawan (ver página en Booking.com), que
fue anteriormente un palacio residencia de un Marajá. Entre otras
instalaciones, tenía una buena piscina y que después de duras jornadas de
visita a Jaipur, nos servía de relajación. Asimismo, el restaurante situado en
el hotel, fue no de los mejores en nuestra estancia.